Durante la residencia en GRANER, tuvimos encuentros con diferentes "bailarinxs".
Todxs ellxs enmarcadxs dentro del contexto/fenómeno de "la Historia de la Danza (hegemónica) de la Danza Contemporánea" y sus estructuras académicas y "profesionales".
En estas conversaciones nos acompañó un testigo silencioso.
Aquí sus anotaciones/escritos:
El bailarín y la bailarina conversan sobre Yvonne Rainer y su Contramanifiesto (2).
Tengo una visión oriental de honrar a los maestros, dice.

Lejos de la idea del cuerpo del bailarín como máquina de producción,
no me cuido para que la máquina esté “ready”,
si me engordo me da igual.
Sentí que tenía que soltar el sacro,
soltar las responsabilidades,
y me salió tripa.
Soy un ejemplo de cuerpo difícil,
lo contrario es hablar de un cuerpo utópico.
¿A qué te refieres con eso?
Lorazepam, Dormidina…
(El bailarín tose)
Sentir el cuerpo más allá de sus límites.
Como si mi cuerpo trascendiese sus límites.
En mi imaginación fantaseo que hago piruetas y splits, (risas).
El tema del flow.

Los bailarines tenemos que aprender dos veces a bailar.
Los bailarines podemos ser bastante torpes bailando en contextos sociales.
Yo he tenido que soltar el ano para dejar bailar mi timidez, (risas).
El tema del flow.

Cuando uso mucho la voz (carraspea)
hay algo en un grito que te levanta.
Es difícil escapar de llevarlos a tu terreno,
cuando dices “tumbaos boca arriba con los ojos cerrados”,
los estás llevando a tu terreno.
Esto tan simple como bailar, encontrarse, ya tiene interés político, filosófico…
Pienso, tío, Deleuze, baila un poco, Foucault, tío,
a ti te metía yo en un aula de danza para que vieras.
La práctica de danza no es sólo bailar,
poner las manos en los omóplatos te puede servir para vivir al margen del capitalismo.
El tema del flow.


(1) Yo estaba en un sitio como en la calle y llega una señora en silla de ruedas con otra señora que la llevaba, las dos iban vestidas como súper guay. Al pasar por mi lado le doy a la silla sin querer, y le digo ¡ay, perdona Martha!, y entonces nos ponemos a hablar en inglés, y un amigo mío, Andrew, que es medio americano está conmigo y le digo lo que me fascina de su trabajo, y en un momento me doy cuenta que ella está muerta, y que estoy hablando con un fantasma que está ahí, y le empiezo a decir que lo que me parece fascinante de su trabajo es el commitment. Andrew me dice que si es la pasión, yo le digo que no es la pasión sino el compromiso del movimiento, que es capaz de ir más allá de la forma, de sublimar el movimiento. Martha se va, y yo trato de explicar a Andrew la relación que tenía Marta con el postmodernismo, y cuando Martha vuelve yo le doy las gracias por su aportación a la danza.

(2). «No al espectáculo, no al virtuosismo, no a las transformaciones y lo mágico y lo fingido, no al glamour y la trascendencia de la imagen de la estrella, no a lo heroico, no a lo anti heroico, no a las imágenes de pacotilla, no a la implicación del intérprete o del espectador, no al estilo, no a la afectación, no a la seducción del espectador por medio de tretas del intérprete, no a la excentricidad, no al movimiento, ni al ser movido».



EL BAILARÍN NOS CUENTA QUE HA SOÑADO CON MARTHA GRAHAM (1)
EL BAILARÍN RESPONDE SUPERHONESTO
Y NOS CUENTA UN COTILLEO AL FINAL DE LA ENTREVISTA
LA PIANISTA Y EL CANTANTE HACEN MUCHAS MANDANGUITAS
DE ESAS QUE NO TIENEN NOMBRE
YA NO PUEDEN ENTRAR EN UN RESTAURANTE Y COMER CON LAS MANOS
Y CUANDO LES PREGUNTAN ¿PERO ESTÁS BAILANDO EN ESCENA?
ELLOS RESPONDEN, NO SÉ,
Y CUANDO SEA MAYOR TENDRÉ UNA PAPELERÍA.
UNA BAILARINA FUMANDO EN EL ABISMO
PREOCUPADA POR LO INVISIBLE
LE ESCRIBE UNA CARTA A LA DANZA
MIENTRAS PIENSA EN LA MATANZA DEL CERDO
ATRAVESANDO LA FORMA
NO VA SOBRE TI, NI SOBRE MÍ, ES LO QUE PONEMOS EN MEDIO.
Te voy a lanzar las preguntas que tenía pensadas de antemano, porque no quiero empezar con prejuicios,
dice la bailarina.
Me hubiera gustado saber tus prejuicios,
dice el bailarín.

Ser bailarín a veces me parece superpolítico
pero otras veces prefiero no llamarme bailarín.

Yo soy de un pueblo donde no había nada, sólo bailes regionales, que a mi madre no le molaban.
Mi madre es coja, hasta que no pudo comprarse un coche automático para llevarme a un pueblo más grande
no pude tomar clases de danza.

He probado de todo, somáticas también,
pero no me gusta, es muy parado, no me fluye la cosa.
Tener el cuerpo en una rutina me aburre.
Yo bailo en casa, pero mi casa es muy pequeña.
Tengo grabados vídeos míos de pequeño bailando en casa, que me grababa mi madre.
Recuerdo en la televisión un programa de música clásica con bailarines de clásico
bailando al lado de los músicos, y yo quería hacer eso.
Luego vi a las Spice Girls.
Luego la técnica me cortó la espontaneidad.

A veces me arrepiento de haber estudiado danza.
Me siento tonto por no haber terminado arquitectura.

El sistema educacional en España no te deja ver el mundo, te deja muy solo.
Yo tenía problemas porque me suspendían.
Vivimos en un mundo competitivo, yo tengo ese problema.
Tienen que cambiar los métodos… Habló el ministro de cultura (risas).
El conservatorio es una máquina de producir camareros.
Cuando descubrí a La Ribot me dijeron que dejase de ver esas cosas.
Si ellos decían que era una friki, pues yo más friki.

Tuve una profesora que me decía, "mira que tienes un cuerpo feo, pero lo haces tan bien…"
A mí eso me animaba.
Yo, como era el rarito… eso es lo que les gustaba.
Otra profesora me dijo, "bailas tan mal que no le vas a gustar ni a tu madre".

Hubo un campamento de verano, yo iba con mi mierda de técnica y tal,
y algo me pasó que yo descubrí algo,
pasó algo y descubrí algo con la potencialidad,
era una cosa que hacía así (hace un gesto con las manos)
y lo llevé muy lejos.

Los maricones estaban en los ballets, era un "save space",
la danza ha ido por delante de cualquier movimiento social.

A un colega le dio una psicosis muy heavy,
yo pensé, a ver si bailando se le pasa,
pero no funcionó.
Un profesor tenía VIH, siempre había considerado la danza como algo sanador,
pero descubrió que la danza no le servía y se le cayó el castillo,
porque él había construido todo considerando que la danza era sanadora.
Yo no le doy un valor místico a la danza, ya no.
Tuve un tiempo que me negué a bailar música pop.
Ahora me pongo a las divas y me lo paso de puta madre.
Necesité las drogas para romper ese prejuicio, me drogué y descubrí el tecno.

Hay una cosa en la cultura española, del centralismo español, para mí lo andaluz es exótico.
Yo pensaba que era cero gallego, pero la sobriedad de mi curro viene de lejos.

Aquí no hay conversación de nada, yo defiendo lo público, pero aquí no.
No puedo con esta mierda. Son dinosaurios jóvenes, son funcionarios, gente que no está politizada,
gente que no sabe lo que es tener un puesto público,
que no es para salvarte tú la vida,
si no para salvar la vida de los otros.
No deberían existir los funcionarios.
Es una movida.
Es una movida.
Es una movida.

Yo corro/bailo, cuando corro/bailo disfruto mucho de que la gente me mire y se rían, porque trastoco la calle.
Cuando estoy en el estudio me cuesta mucho. Trabajo mucho desde pensar, prefiero que haya un espejo.
Estoy más dirigido por mi miedo a conseguir curro, que no confío en conseguirlo metiéndome en el estudio,
y me dedico a buscar curro de gestión (tumbado boca arriba mientras habla).

He descuidado mi cuerpo, no lo hago por que no doy.
Me siento mal por que estoy descuidado, pero no me da.
Necesito mirar Facebook, leer, ir a ver…
Las experiencias más fuertes en mi vida han sido cosas muy pequeñas a nivel físico (se toca la pierna).
Mi interés de aquí (se señala el cuerpo)
se relaciona con mi interés de allí (señala el afuera).
Mi madurez de aquí (se señala la cabeza).
Yo aprendí a pensar aprendiendo a pensarme yo.
Pero es cierto que ahora ya no pienso mucho con el cuerpo.
Estoy hablando contigo y estoy así, nunca estoy quieto, me balanceo, yo estoy incómodo quieto,
estar de pie es un suplicio,
hacer cola es un suplicio,
estar sentado es un suplicio.

Tengo problemas porque me siento gordo, esto (señalándose la barriga) no estaba hace tres años,
todos los días me miro en el espejo, yo así siento que esto me está molestando,
yo noto la chicha que me está molestando, yo noto esto todo el rato.
A mí me gustan los chicos con barriga, no me gustan los chicos delgados.
Hay un problema de alimentación en nuestra sociedad,
no hay animales gordos, sólo los domésticos,
no hay gorilas gordos, todo está lleno de mierda, de azúcar,
yo sigo comiendo dulce, pero de confitería, no esa mierda de plástico…
Hay que hablar de salud, de qué es un cuerpo sano.
El sistema sanitario debería prohibir esa mierda que meten en la comida.
(Está reclinado, como si fuera una escultura etrusca).
Soy un adicto al azúcar. Ayer me bebí un litro de Granini.

Esto es un cotilleo,
pero danza.es se creó para colocar a los bailarines de la compañía nacional de danza que se jubilaban.

P.D. El bailarín nos envió un wasap de audio al día siguiente de la conversación para comentar un punto que se le había olvidado y que le parecía importante, más o menos venía a decir que: aún sabiendo la gente que tenemos estudios y nociones del cuerpo, conocimientos anatómicos y del cuidado, por ser bailarines, no se tiene en cuenta nuestra opinión como se la tiene a un médico, a un monitor de Pilates, o a la creencia individual de cualquiera.




(La pianista y el cantante están sentados en el suelo)

¿Por qué los bailarines no usan la voz?
En la tradición de la música clásica de la que venimos,
el gesto no debe distrae a la música, se invisibiliza al músico,
pero la voz se produce desde el cuerpo.
A través de lo sonoro hemos llegado a la voz, y de ahí al cuerpo.
La putada de la voz es que significa mucho,
en cuanto aparece la voz, aparecen psicologías, personajes…
Por eso hemos ido a lo más abstracto, a la nota simple repetitiva.

Queremos independizar el cuerpo y el movimiento de lo sonoro,
que no esté supeditado al sonido.

La palabra bailar no es algo que pueda aplicar a mí misma en escena.
Pienso más en mover que en bailar.
Bailar está asociado a la diversión para mí.
Siento un placer muy fuerte en el bailar de forma festiva, a través del alcohol.
En escena intento moverme no desde las formas sino desde mis necesidades internas.
Tengo los límites físicos que tengo.

¿Habéis visto esa película de los extraterrestres?
Que hablan a través de un cristal, que están como en la niebla,
y cuando más se acercan o más se alejan se comunican.
Cuando no controlas parece que estás pegado al cristal todo el tiempo,
y cuanto más controlas la técnica más te cuesta pegarte al cristal.

Depende de lo que estás acostumbrado a mostrar
y lo que estás acostumbrado a esconder.
Espontáneo sería estar tumbado en tu casa en el sofá.
Que parezca que lo que estás haciendo es fácil, eso es la técnica.

Yo con un ordenador me relaciono con ceros y unos, con lo inmaterial, con lo informático.

Si expresas tus emociones a través de la música,
al estar codificado, tiene unos límites por los que te puedes mover…
Si tocas Mozart no puedes decidir ir a la mitad de tiempo…
Tu margen de expresión está muy acotado.
Trabajar con el cuerpo o con la música electrónica
me ha permitido ampliar esos márgenes o salir de esos límites.
Al trabajar con la escena te abre un espacio enorme de expresión.
Yo ya no puedo tocar a Mozart como antes.
Yo he perdido mis referentes
ya no estoy cara a cara con la perfección, con los ideales.

A veces la ignorancia en un campo te permite cierta libertad.
Intento aprovechar mi ignorancia en artes escénicas para permitirme más libertades en ese campo.

Mi profesor me decía, a los profesores hay que escucharlos,
pero no, pero sí, pero no.

-El cuerpo ha sido muy invisible para mí durante mucho tiempo.
-Tú pásate siete horas con el cuello inclinado y el brazo así, rotado, es durísimo.
-En el músico la tendinitis viene de serie.
-¡Los músicos de viento tienen tendinitis de labio!
-Yo tuve una tendinitis del carajo.
-Yo tengo un problema muy gordo con la elasticidad.
-Cada año el foco de neura va cambiando.
-No llego a tocarme los dedos de los pies y pienso,
cuando sea mayor no voy a poder agacharme,
y esta es mi máxima apertura de piernas.
-¡Pero es muchísimo!
-Y las posturas de yoga las hago fatal.
-Yo tengo el pectoral izquierdo más corto,
-Desde que uso más el cuerpo estoy preocupada con él.
-Y tengo un juanete en el pie derecho que es una hipertrofia formativa.
-Y también que estoy envejeciendo.







Ser bailarina no es sólo porque bailo.
Es lo que yo he elegido como espejo de mi vida.

Yo estoy muy metida en un tratado sobre la forma, la forma como mis ideales,
que a la vez son mi propia cárcel.
El ballet te encierra, te encierra, y lo tienes que desaprender,
y crear fantasías, que es lo que salva la vida, también es política la fantasía.

Quiero trabajar con mujeres, es un olor,
que cada una tenga algo que yo admire, que entre ellas formen el yo ideal,
y a la vez los defectos o piedrecitas que yo también me pongo.
Lo primero es, ¿cómo estás en tu vida?
(Se enciende un cigarrillo y el sol ilumina su larga melena decolorada).

He estado dos años conmigo misma generando mecanismos, patrones, analizándome…
¿Qué me pasa?
Por que si hay llantos, gritos, frustraciones…
Cada mañana tengo que atravesar el yo,
yo he hecho muchos años de psicoanálisis,
y hay un marco para el yo, yo, yo…

Trabajo con mecanismos físicos que tienen que ver con mecanismos emocionales,
lo que me interesa es cómo vibra el cuerpo.
Después la forma es un juego.
Tengo un lenguaje para crear un cuento que proponga un viaje.
Yo creo a través de la música.
Yo tenía un cuerpo muy difícil para la danza,
y lo que me salvaba era la vibración musical.
La música me ayuda a liberarme del cuerpo,
la ósmosis, eres canal, el proceso de ósmosis.
Yo hablo del cuerpo de la música.
Qué trasferencia hago de la fisicalidad del cuerpo a la fisicalidad de la música
para ver qué tipo de viaje proponemos al público.
A veces yo no sé cómo explicárselo y les digo, mírarme.

El Barrio Sésamo, arriba, abajo, a un lado, al otro, lejos, cerca…

Lo relaciono mucho con la ciencia y la espiritualidad.
Creadores hay millones, pero enfréntate a la materia...
Yo admiro a creadores que pin, pan, pan,
pero a mí lo que me preocupa es lo invisible, lo impalpable.
Y un paso más, a nivel de exposición,
nos ponemos en un pedestal, pero, ¿para qué?

Yo escribo cartas de amor al público,
porque a veces decimos que el público era difícil...
pero, ¿te has encargado de invitarlos? Eso es el oficio.
La artesanía para mí es súper importante.

Todo el confinamiento he bailando en mi casa, más que nunca,
lo he pasado a través de ese enfado, ese llanto.

Yo estoy investigando que en este mundo de la cárcel de las formas,
hago un developpé, pues sí, eso eres tú.
(Baila sentada en la silla)
Hay días que dices, hoy estás así, pues sí, esto eres tú.
Empiezas a atravesar y empiezan a surgir cosas.
y luego viene el juez.
(El sol ilumina a la bailarina en su silla como si fuera un foco)
Yo hoy me he levantado a las seis de la mañana para hacer yoga,
a veces me paso, llega un punto en que tú no sabes qué quieres.
Este año he descubierto la respiración.

¡Es que mola bailar, mola bailar, a todo el mundo le mola bailar!
(Se hace una coleta con el pelo)

Yo empecé a liberarme de esa bailarina,
y a olvidarme de si tengo que ser más intelectual, más expandida, más política…
bailar ya es político, el cuerpo es político, crear es político.
Al final todo es una vía para estar aquí nosotros.

Yo me preguntaba, ¿el arte es algo público?
Y yo me pregunté, ¿qué puedo devolverle a la sociedad?
Y yo pensé en la matanza del cerdo que yo hago todos los años,
un ritual que es fragmentar un cuerpo, repartir un cuerpo para alimentar a un pueblo,
y yo pensé, voy a hacer lo mismo, un rito para dar alimento espiritual.
(Se reclina en la silla como en la Muerte del cisne).
No sé si el arte es necesario, pero yo lo hago.
Hay un sentido muy fuerte en la vida,
el placer y el gusto, que da vitalidad.
El arte viene de una élite, aunque tampoco sería posible
si no hubiéramos salido a bailar a las plazas del pueblo.

A mí me iluminan los espacios llenos de luz, grandes estrellas del pop,
Freddy Mércury, Madonna, David Bowie…
y te sientes la puta diosa, pero sin el público no es posible.
(Se hace otro cigarrillo).

Para mí, lo erótico y lo sexual,
lo primero me tengo que desprender de ello,
nos dedicamos a seducir,
yo no necesito follarme a siete mil persona, porque lo canalizo,
pero lo tengo que hacer a través de algo más abstracto,
me tuve que reconciliar con esa imagen, y ahora la utilizo.
Cuando me pongo divertida es cuando más sexy me pongo.
La risa es la energía más potente del universo.
Cuando estás encarnando la danza aparece eso.

Somos cebollas, capas, la superficialidad puede contener mucha profundidad,
y la profundidad, cuanto más ligera, más puede llegar.
Yo tengo una producción enorme de adrenalina, y terapia, y tratamientos,
todo esto ha hecho una sexualidad más espiritual, (fuma).
El día que me vi en un vídeo y dije,
vale, esto está bloqueado,
y mi padre, que es médico, me dijo,
vale, esto es del sistema nervioso.

Todos los mecanismos de creación van a través del cuidado,
porque yo era muy de destrozarme en el escenario,
ahora soy de destrozarme, pero en la ficción.
La diferencia entre el goce y el placer,
la violencia es intrínseca al ser humano,
y el arte puede ser una forma de canalizar la violencia,
la ira es una fuente de creación.

Pero todo con amor, aunque el amor duele, peo el amor como flujo.

Me hubiera gustado estudiar física del aire, el cosmos, los planetas…
o tener una tienda, una mercería, abrirla y cerrarla, y ya está.


Con ocho años, yo soy de un pueblo muy pequeño, de joven no hacíamos nada de cuerpo, en Plasencia yo me quedaba mirando a las niñas que hacían ballet mientras esperaba a que me recogiera mi madre, y el profesor un día me dijo que si quería entrar, y ahí me quedé, tres años. Y de un día para otro cerraron la academia, y entonces desde los doce años hasta los veinte no hice nada, nada. Y eso se une a la adolescencia, la homosexualidad reprimida…y ahí entró toda la imaginación. En privado, con mi prima, hacíamos gimnasia rítmica en el patio de mi casa. Al pueblo llegó una mujer que bailaba sevillanas, y mi madre y yo nos apuntamos. Muy amateur todo. Y después nada, el desierto. Y luego jugué mucho al frontenis yo solo, pasaba las horas muertas. Y luego de ahí salió una pieza sobre tenis. Yo estudié humanidades, y con la Erasmus en Francia me apunté a teatro, y después en Cáceres la profesora de danza me dijo, vamos a hacer danza contemporánea, y yo dije, yo africano no quiero hacer, pero luego, cuando la vi, lo entendí todo, y dije, eso es lo quiero hacer, lo entendía. Y casi que empecé a formarme y empecé a trabajar, sin tener ni idea, como no había muchos chicos, que había bailarines ya profesionales, yo era más grupo de la masa. Era muy intenso, procesos de quince días. Me vi en un año haciendo dos montajes en el teatro clásico de Mérida. Yo luego me apunté a ballet, yo quería más de tirarme al suelo, meter todo el cuerpo. (Se levanta de la silla). Entrar en el Conservatorio con veintinueve años fue para mí un sueño, lloraba de felicidad. Cuando pasaban lista los primeros días pensaba que se habían equivocado, a ver si no voy a estar en las listas… El conservatorio me sirvió para hacérmelo creer, a mí, a mi familia, a mis amigos… Hay muchas cosas que no me han gustado, pero ahora me da igual. A mí me dio una continuidad, poder pensar sobre ello. Yo ya había empezado a trabajar por las mañanas en el back office de un banco… para mí fue la cosa oficial, me ayudó a creerme lo que estaba haciendo, porque a mí me ha costado mucho creerme lo que hago por haber empezado tarde. A mí me parece muy bien que los chavales se pongan en un parque a bailar los Tik Toks, aprender sin un intermediario. Cuando dejé de bailar de pequeño en mi pueblo y empecé a tener las tardes libres, yo no quería estar con los amigos, yo quería volver a las clases. Ya empezaban algunos a fumar, estábamos ahí, hablando de cosas, me voy quedando aislado, entre comillas, pero no tantas comillas, con trece años. Mi madre en aquella época empezó a querer controlar la juventud y a cerramos el espacio, ya ves tú. A mí me hacía sentido, cuando fui a Francia, no tener miedo a eso, si eres chica o chico, en esa hora que duraba la clase, porque a mí me pesó mucho la homosexualidad en la adolescencia. Yo no puedo entrar en una sala sin estar en forma, yo no puedo coreografiar si no estoy bien físicamente. Ahora hago yoga, body combat, actuación ante la cámara… Yo tengo que tener mi training, porque si no llego a la sala así (hace gestos amplios con las manos) Me atrofio, me hago bola (se apoltrona en la silla). El cuerpo es bonus track. Si no estoy bien físicamente no me conecto a nada.También es la forma de abordar el cuerpo, en el gimnasio es sólo la musculatura, el esqueleto, forma, pero eso no basta, necesito algo más que no se vea también. Elasticidad, coordinación, rapidez. Porque el bailarín en escena tenía que hacer eso, porque si había otros elementos ya los metía yo. Al principio fue así. Pero luego tenía que brotar algo, si hablamos de lineas y curvas, como una membrana que la recubre. Una chimenea, una locomotora de un tren, que dentro hay fuego, yo me perdí buscando sólo lo de afuera, esa lumbre, esa chispa. Yo muchas veces hablo con los bailarines, lo grande es lo mismo que lo pequeño, lo de en medio no me interesa. A mí me gusta mucho la velocidad y sacar a esos bailarines para lo que se han entrenado, y a ellos les gusta hacer eso. No me interesa la forma, me interesa el centrifugado, no puedo decir que no me interesa la forma, pero me interesa cómo la forma lleva a la dinámica. Yo lo que busco es el motor del fum, pum, pam. Mis piezas no tienen un puta cuenta, no tienen una cuenta, ni una, cero cuentas. Si es un "solo", el bailarín tiene sus cuentas, que no creo ni que esté contando. (Se levanta y baila). Y cuando están en grupo, se agarran al grupo, las cuentas son el grupo, su mapa es en torno al espacio y a lo que está pasando con los demás. Yo también empecé a entender, porque yo les estaba pidiendo unas cosas, yo me pongo nervioso, porque yo no quiero ver eso, yo empiezo, pero eso lo han creado ellos, nos hemos ido entendiendo, mi gran debate es cómo traspasar eso. Me di cuenta que ellos tienen un cántico entre ellos charara, pim, tran, tararán, tan chan. (Él y ella se ponen a cantar), es lo que hacen en esa coreografía, la cantan, la cantan. Hay una sensación que me recorre, esto es otro temazo, para mí la coreografía es otra forma de escritura,
pero es difícil porque viene de energías, de rebotes, la base del movimiento sigue saliendo de mí. A mí me da mucha vergüenza bailar delante de los bailarines. Ellos van entendiendo el trazo, el trazo, es el trazo. -Me estás recordando a Petronio. -¿Y ese quién es? -Un coreógrafo. -Pues me lo voy a apuntar. Me cuesta articular cuál es mi práctica, hay un pensamiento que tendrá que ver con mi vida… (Silencio, no encuentra las palabras) Puede ser esto, (gesto suave). Puede ser esto, (gesto fuerte). O puede ser esto, (gesto complejo). De eso sí que hablamos. Aunque yo terminé aquí, (gesto amplio), si sale del centro, porque si no el movimiento se limita. Yo he aprendido a saber qué necesita el bailarín. Yo le pongo un pantalón, ¡un pantalón! Y le está estrecho u holgado, y está incómodo. ¡O el peinado! Como yo tengo el pelo corto… -Para mí el peinado es súper importante, dice ella, no bailo igual con el pelo recogido o con el pelo suelto. Yo sentía que, a parte de bailar, me gustaba inventarme historias, y ahí se abrió la puerta de la coreografía. Esto lo venía a decir porque, en parte, esta forma de sacar movimientos era fácil para mí. (No encuentra las palabras). Mi cosa está más allá, yo ahí tengo un chochal. Es como una escritura automática, se va haciendo casi solo. Yo he visto piezas que vomitaría, con todo mi respeto. Yo estoy en una época que me puede gustar todo, y doy gracias. Darle valor a la materia y nada más, no tiene por qué estar cargada de ningún concepto, y parece que hay que meterle otras cosas para que tenga peso. ¿Cómo introducir cosas que no se limiten sólo al movimiento? Y no quiero meter cosas que no son sólo movimiento para que tengan más peso. Si la escritura principal es el movimiento, pero si hay un tema, ahora estoy con Woodstock, las piezas salen que casi podría hacer más una película que una danza, a lo mejor quiero hacer cine… o no. Yo digo mesa y entendemos mesa, digo silla y entendemos silla. Esto pasa en una cafetería, esto pasa donde hay un coche, esto pasa en una pista de tenis. Ahora me gustaría tener la confianza, la libertad, para olvidarme del movimiento, de no tener que meter el movimiento, de poder agarrar un micro y hacer así, (agita el brazo en círculos repetitivos). El vacío. Estoy en un lugar que sé volver a casa desde la montaña, pero ahora me quiero ir a la montaña con la tienda de campaña y pasarme cinco días. Para mí la centrifugación, la centrificación, la centrefi… el centrifugado. Yo ya no estoy tanto en el virtuosismo, en la electricidad a full. (Paran la conversación para irse a mear y a beber agua). A mí me parece como un tema vivir o no vivir de la danza, he trabajado de todo, de teleoperador, vendiendo tarjetas de crédito, de camarero… para mí, vivir de esto es un lujo. Empiezas a entender los circuitos, pero hay que entender que ahora son así, pero pueden no ser así, pero a lo mejor tú presentas algo que puede ser más permeable. ¿Tengo la suficiente libertad para hacer lo que vengo haciendo y que me permita seguir vendiendo bolos? (Aparece otra bailarina que interrumpe la conversación y dice, todo es mentira, y se va). Hasta cuándo la economía… El hecho de poder pagar mi piso… He empezado a tener miedo de perderlo, y a hacerme más conservador, y a tomar decisiones, que no eran conscientes, que no tenían que ver con esto. Mis deseos no pueden ser pequeños, otra cosa es que no encuentre financiación. Yo necesito tiempo para irme a mi casa, para estar con mis amigos, y no es una semana, ¿Dónde estoy yo en este momento? ¿A mí qué me excita? Por que si no yo voy a hacer lo que yo ya sé. Esa es la palabra, si a mí no me excita… la energía sexual. Por que si no es más fácil buscarme una nómina. Me he ido a mi pueblo mes y medio, volver a mi pueblo y sentirme bien, sentado en la terraza hablando con mis sobrinas, eso ha sido muy importante. Miraba fotos, una caja de fotos, y decía, ¿Cómo este muchacho ha podido tener miedo? Por que la homosexualidad ha tenido mucha importancia en mi baja autoestima. ¿Cómo este niño, que hasta me parecía guapo, podía tener miedo a imaginar, a soñar? La gente prefiere llamarse coreógrafo a llamarse bailarín, porque suena más importante, pero ¡ostias! el bailarín, el bailarín tiene una sabiduría corporal que ya la quisiera el coreógrafo. Porque al bailarín no se le ha dado mucha voz. A veces me cuesta reconocerme como bailarín, hace como dos años que no estoy en escena, y otras me cuesta reconocerme como coreógrafo, ya menos. Pero cuando voy a mi pueblo en Blablacar no quiero ni que me pregunten a qué me dedico porque… ¿Cómo te lo cuento? ¿Por dónde empiezo?

ELLOS TIENEN UN CÁNTICO ENTRE ELLOS
¿CÓMO TE LO CUENTO, POR DÓNDE EMPIEZO?
UN NIÑO DE OCHO AÑOS MIRANDO UNA CLASE DE BALLET
X e Y acaban de terminar el ensayo de un proyecto que están haciendo juntas. X está embarazada de ocho meses, sentada sobre una pelota de goma. Y está en calcetines, recostada en la alfombra.

X- Bailarín es la persona que entiende la vida a través del cuerpo. Yo soy muy básica. Luego viene toda la cosa más decorativa, que si eres más así o más asá. A mí me ha salvado la vida.
Y- Estar en el cuerpo me ayuda a estar mejor en otras cosas.
X- Empiezo a los cinco años, me parece un aburrimiento, hago fútbol, tenis…
Y- A los siete años veo El Quijote y me impacta y me meto en el Conservatorio doce años, con título y todo, de mi generación sólo acabé yo.
X- Yo hice hockey, me gustaba andar descalza por el bosque, tirarme de los árboles… La rebelde de la clase, nunca destacaba. Cuando empecé a encontrar otras brechas dije, ay qué bien.
Y- Luego entré en el Institut otros seis años, he hecho inmersiones a Londres un mes, a París otro mes, un poco a la aventura.
X- Yo soy ya muy vieja. Yo era una niña muy hiperactiva, vóley, básquet, guitarra, flauta… estas espaldas que tengo son de natación. La primera escuela a la que fui, que me llevó mi madre, el profesor nos dijo, tú eres muy grande y tú muy pequeña. Yo me acuerdo de aquel señor con faja, que no nos ponía ni música, que nos marcaba el ritmo con un bastón, y allí todas las chicas amargadas, y yo le dije a mi madre, sácame de aquí. Después me hice una amiga que se iba a presentar a las pruebas de Amsterdam, yo me quería ir de Barcelona, y me fui con ella, que no sabía yo casi inglés, y me cogieron. Y allí empezó mi vida de bailarina, a los dieciocho años, en Amsterdam. Después me cogió una compañía en Italia y me fui para allá.
Y- En el Conservatorio teníamos exámenes con jurado cada tres meses. Otras prácticas, Fendelkrais, Alexander, Authentic Movement… Yo puedo pasarme mucho tiempo en un lado, con una cosa, o con la respiración.
X- Hubo un tiempo en que tuve mucho cacao. El Fendelkrais me parecía absurdo, levantarse y sentarse de una silla. Gente que nos hacía improvisar con el pulso del corazón…
Y- Después de una práctica somática yo decía, va a hacer un "tendu" tu madre, yo no quería activar el músculo, luego los virtuosismos quedan muy lejos.
X- El trauma del bailarín te lo cuento.
Y- Hay maltrato psicológico a saco.
X- El otro día fui a un astrólogo que me sacó a mi profesora. Yo no sabía lo qué era la disciplina, yo era muy inocente, pero mi directora era mentalidad holandesa protestante dura, y a mí me machacaron. Y es una cosa que me quiero quitar.
Y- Para aprender no hace falta sufrir.
X- Al final yo era la más disciplinada de todas. Es enfermo al final.
Y- Yo hacía ver que lo hacía. En el Conservatorio pasa que hay quien es y quien no es, quien vale y quien no.
X- Yo era la talentosa físicamente.
Y- Yo no tenía un cuerpo muy de ballet. Lo de las condiciones es una gilipollez. A mí me decían, esas piernas no te ayudan. Pies planos… para las puntas, fatal, lesiones en el tendón de Aquiles. Y cuando me salían las cosas me decían que ni tú te lo crees. Hay mucha profesora muy loca,
X- Además todas alcohólicas
Y- Y fumadoras, alguna fumaba en clase, que venían a las nueve de la mañana que dices, pero qué…
X- Hay personas que están en el cuerpo y otras que no son conscientes de su cuerpo en su vida. Hay gente que es sólo una cabeza.
Y- Incluso bailarines que están desvinculados de su cuerpo.
X- Las cosas más esenciales se aprenden a través de la piel.
Y- Yo noto cuando estoy conectada con mi cuerpo y cuando no lo estoy. Hay personas que pueden vivir con el dolor, pero por que no sienten su cuerpo.
X- Hay épocas en que me desconecto de mi cuerpo y digo, vuelve, vuelve.
Y- A mí el cuerpo me sana la cabeza. Yo en la pandemia no sabía qué hacer con mi cuerpo, o me quedaba mirando a la pared. Cuando llevas tantos años con eso, ¿qué haces con eso? Yo no soy disciplinada, pero a mí me sacan un látigo y yo voy. Tengo un jaleo…
(Sacan tortitas de arroz con chocolate, galletas con chocolate y gominolas).
X- No, no saques más mierdas.
Y- En mi momento más crítico, me he apuntado a un gimnasio para hacer clases de Pilates para señoras.
X- Si queréis os hago un plan de entrenamiento para el año que viene.
Y- Viene del hueso.
X- Sube la rótula.
O- Aflojando el músculo.
X- Es un músculo largo.
Y- El abdomen tiene que estar blando.
O- Yo no estoy en el esfuerzo.
Y- Luego te digo que igual es una cosa que no voy a entender en mi vida.
X- Poc a poc.
Y- Poc a poc.
X- Pero levanta la rótula. (Risas)
Y- Centro, centro, centro, pero, ¿qué centro? (Risas)
X- Suelta la barriga, suelta.
Y- Hay algo de razón en eso.
O-Ahora me estoy dando cuenta, con treinta y siete años, que o cojo centro o adiós lumbares.
Y- Pero te digo una cosa, los abdominales son fatales.
Y- Yo no bailo en casa, yo llego a casa y llevo todo el día bailando y ya no quiero bailar. Pero de fiesta sí.
X- Yo hacía el experimento de caminar sin que nadie me escuchase.
Y- De pequeña les decía a mis hermanas que me dieran cinco duros por bailarles radio clásica por la noche.
X- En mi familia se baila mucho, mi padre es colombiano, y allí cuando íbamos en verano hacía clases de baile. Mi marido y yo bailamos mucho, el otro día se inventó un paso muy divertido.
O- Yo bailo para adentro.
Y- Antes estábamos hablando del aburrimiento. Yo hago veinte mil cosas, pero pienso que son pocas.
X- A mí me gustaría ser actriz.
Y- Yo estudié interiorismo, podría volver, o a la arquitectura, lo instalativo…

X- "TO BE ANGRY IS GOOD FOR YOU"
Y- "DE AQUÍ NINGUNA DE VOSOTRAS VA A BAILAR"

Esto va a ser terapia…
Hay quien la vive y la trabaja, pero no la transforma, no la piensa.
Es un momento de cuestionarme en qué momento estoy.
Esa bailarina que fui, creo que ya fue, y me está costando soltarla,
esa bailarina del virtuosismo, energética,
anhelando ese cuerpo ideal que nunca llegaba a ser.
Estoy en proceso de reaprenderme
qué cuerpo soy y qué cuerpo puedo ofrecer.
El otro día quise hacer el plátano por el suelo y ¡qué dolor!
Hay un no quiero y no puedo, desde la última lesión,
pensé ¿no voy a poder ponerme de rodillas nunca más?
Hay un empujar, no para ser lo que fui, sino para cuidar lo que soy.
En la Royal me dijeron que tenía que reforzar la zona abdominal,
porque yo tenía barriguita,
yo me lo tomé como que estoy gorda, y dejé el ballet un año.
Esa idea de que estoy gorda me ha acompañado todo el tiempo,
siempre estoy tapándome, cubriéndome.
No hace falta que te digan, porque tú ya te comparas,
y te miran como si no confiaran por tener ese cuerpo.
Cuando entré en el contemporáneo descubrí otros cuerpos.
¡Mi profesora estaba gorda!

Para mí entrar en contemporáneo no fue una liberación, fue como bajar de categoría.

Si no bailo es como si no follara,
es mi canal de estar cerca mía,
si no me muevo estoy rancia, fría, rígida, frígida.
Creo que mi decisión de bailar tiene que ver con ese conectar conmigo,
de que aparezca ese yo.
El simple hecho de descalzarme y tirarme en el suelo,
aunque luego vengan los chiquitraumas.

Me saqué el título de la Royal a los diecisiete años
para dar clase mientras estudiaba psicología.
Entonces era, yo muestro y tú me copias.
Ahora he cambiado mucho.
Me encanta dar herramientas para que se muevan desde sí mismos.
Ofrezco una pauta, doy ideas, y desde allí viajas.
Dar la oportunidad de que descubras algo de ti.
Jugar para salir de tu patrón.

Conectar con la respiración es lo que me ha hecho conectar con la voz.

El sonido es otra capa del movimiento,
eructar, tirarte pedos, tener los esfínteres abiertos,
es una vibración y una práctica.
Aprender a soltar con la respiración para que de ahí salga algo,
no desde la acumulación.
¡El diafragma!
Estoy entrando dentro del cuerpo.
¡Qué fuerte es el cuerpo!
A este cuerpo de ahora estoy entrando desde dentro.

Este anhelo...

Bailar es ponerme al servicio de algo, de una obra, o de un lenguaje, del espacio, de unas sensaciones, o poner el cuerpo al servicio de unas directrices, de un coreógrafo, que no son tan personales. Con algunas prácticas de danza me he sentido como un canal.

Yo empecé con ocho años, de una forma bastante aleatoria y poco romántica. Todas mis amigas en el comedor iban a ballet y era o judo o ballet, y elegí ballet. Pero yo quería ser amazona.
Hubo parte de enamoramiento con mi profesora y también me empezó a gustar el lenguaje de la danza que tiene que ver con algo más estructural que espontáneo, la concentración que había que tener, como encajar las piezas de un puzzle, como un juego infinito que me ponía en reto. Y los festivales de fin de curso.
También me gustaba ponerme en el pasillo de mi casa con lo más pachanguero de la música clásica, en plan Isadora Duncan.
De ahí me fui a Madrid, a estudiar ballet, y me decepcioné un poco, no encontré una dimensión artística. A veces ni me miraban, era como transparente. Me salvaron las clases de contemporáneo.
De ahí me fui al Conservatorio de la Haya, que era más militar todavía, te reñían hasta por llevar pendientes, había una rusa que me tenía una manía… Estuve sólo un año porque no aguanté más.
Me cambié a una escuela de contemporáneo y tuve una crisis de valores de todo, tenía muchos compañeros que se metían con el ballet clásico, para mí era como si pusieran en cuestión mi religión, sentía que me tenía que poner del lado de los guays, era casi una cuestión política. Algo en lo creía y de pronto era tan criticado.
Mi formación académica ha sido breve, salí a los veintiún años.

No tuve una formación de exploración somática. Todavía en Oviedo, me acuerdo de un profesor que invitaron, que vino con imágenes de la columna y de la cadera… Con otro profesor trabajamos desde abrir articulaciones, abrir espacio, sentirte agua… Más adelante hice mis talleres de Skinner Releasing, taichi, BMC… Ahora hago taichí y yoga, aunque no me meto del todo, también he empezado a hacer ballet, pero desde otro lugar.

Ahora siento menos necesidad de bailar, me gusta mucho bailar en la disco y bailar así como lúdico, de más joven tenía más energía y era más nerviosa, y lo canalizaba bailando. De pequeña encontré en la danza otro lenguaje que me dio otra vía de comunicarme o de estar en el mundo que lo necesitaba, o como una forma de escapismo, más allá de querer ser bailarina, una necesidad que tenía que saciar. Ahora menos, hay una energía física que se ha calmado. Ahora me he acomodado más en el mundo, aunque todavía me desahoga mucho.

A veces tengo arrepentimientos, dejé de entrenar de forma académica y empecé a probar en otros proyectos más experimentales que me han dado otras habilidades. Creo que podría haber seguido con lo que ya tenía, con esa potencialidad, porque una cosa no quita a la otra. Tengo intereses que pueden ser opuestos, cierta dispersión o atracción a prácticas diferentes, que en cierto momento lo he vivido como tensión.
Hay un tema de ir a contrarreloj con el cuerpo, ciertas cosas que no se pueden recuperar, cosas que ya no puedo hacer, que ya no puedo hacer cualquier cosa con el cuerpo. Pero no me machaco con el "tenías que…"

Una vez me dijeron que era muy rápida, con mucho potencial, pero que era muy cabezota. He tenido presión porque el profesor creía mucho en mí, que puedes hacer muchas cosas, y he sentido un peso que me costaba asumir. O que no te digan nada y sentirte invisible. Si me lo creo puedo hacer, pero si no me encaja yo no quiero que me corrijan. Si respeto al coreógrafo voy.
Cuando me he lesionado o me he hecho daño ha sido por hacer algo que no creía, hacer algo que me causaba contradicción, la lesión más fuerte ha sido por la mala hostia que tenía que casi me lesioné yo a mí misma, casi algo psíquico.

Mi cuidado siento que viene más por cuidar a mis amigos, venirme a España y no quedarme en el extranjero… Hacer yoga, taichí, movimiento auténtico, bailar y no perder el gusto, no dedicarme sólo a la producción, la máquina al servicio de crear una obra.
Ahora que he vuelto a hacer ballet lo hago desde otro lugar, buscando encontrar espacio en el cuerpo, menos esfuerzo y más rendimiento, menos fuerza y más inteligencia. Pero tampoco soy de irme prontito a la cama.

Bailar me abre una puerta al inconsciente, a través de la danza contacto con sensaciones, me he dado más dimensión para percibirme a mí misma y con el mundo, desde cómo me relaciono con mis sobrinas, o cuando salgo por la noche, o todo el movimiento auténtico que es más íntimo y más terapéutico. Me siento más plural.
Lo que me atrae es salirme de mi yo individual estructurado. Y salirme de lo útil.
Volviendo al principio, ser bailarín es un proceso de devenir, de despersonalizarse, positivo. Dejas de ser tú, el espacio deja de ser cuadrado, el aire cobra otra densidad. Como devenirse geometrías, tiempos, estructuras que se van desplegando, y la relación con la música. Eso es un árbol, esto soy yo, este es el espacio, pero hay algo esencial, eso es espiritual. Pero no es que todos los procesos de danza me parezcan espirituales. No siempre, pero puede ser espiritual.

En mis piezas yo sigo bailando, esto alguna vez me lo ha criticado gente de danza. Pero yo siento que es honesto, que es por una necesidad de saciar ciertas partes que no veía saciadas trabajando con otras personas. Empiezo a buscar yo misma mi interés, dejar de esperar de otra persona. Ahora quiero crear algo con gente, si tuviera medios, pero no siento necesidad de estar dentro, quiero estar fuera.

Me gustaría ser músico, tocar, en plan romántico, porque el oficio no sé si tanto. Ser escritor me parecería la hostia, pero está muy alejado de mi talento. O inventor de permacultura, de sacar agua y regar la tierra, o inventar nuevas ciudades, o unas placas solares, energías renovables. O botánica, saber de plantas, o geóloga.

P.D. Wassap al día siguiente: Ah, me acuerdo que mi profesora de ballet me llamaba Olivia, por la novia de Popeye.



PUEDO PASARME UNA SEMANA TOCÁNDOME EL COÑO
LA BAILARINA Y SUS VIRTUDES
PERO YO QUERÍA SER AMAZONA
SALIRME DE LO ÚTIL
Con diez años abrieron un centro coreográfico del ayuntamiento y nos hicieron unas audiciones en los colegios a todas las niñas, y sólo a las niñas. Nos pusieron a hacer el mono y me cogieron porque yo era delgada y alta, pero yo era muy torpe, de quedarme en una esquina y no moverme. De pequeña era muy en la parra, en otro mundo. Y en el examen final me pusieron un cero. Dos años después vi Flash Dance y me entró un furor, que me compré el vinilo con la paga de dos fines de semana y me puse a hacer flexiones y abdominales. El personaje del inadaptado, la Cenicienta que encuentra su sitio. Ahí empezó todo. Y empecé a hacer ballet hasta que me fui a Madrid con dieciocho años. Allí trabajé de interna cuidando a los niños de unos ricachuelos por la tarde y me gastaba el sueldo tomando clases por las mañanas.
Yo tuve mucha suerte, yo tuve una maestra que a mí me colocó en el mundo, una madre artística. Como ella me vio maravillosa yo fui maravillosa. Antes de ella yo era un elemento extraño que llamaba la atención pero que no encajaba. Mi relación con la danza era de lucha, como si tuviera que conseguir algo que yo no alcanzaba, y yo estaba enganchada a esa lucha de la superación, de machacarme horas, hasta que fui soltando.
Dejé un poco de bailar, y lo sustituí por el yoga. Empecé a hacer yoga con veinticuatro años y no lo he parado, y no he hecho otra cosa. Yo estaba llena de lesiones y el yoga me curó, y empecé a no querer hacer cosas que me podían hacer daño. La danza no me sacó de la oscuridad, porque siempre fue una relación de anhelo. El yoga sí que me sacó de la oscuridad, que yo ya traía de lejos. La danza no era divertida, no era amorosa. Pero el yoga me abría el cuerpo para que entrara la luz, fue como un volver a nacer.
Ahora estoy volviendo a bailar, los motivos que me han hecho hacer este nuevo proyecto de danza desde la danza son los mismos por los que la dejé. Me cansé de llamar a una puerta que no se abría.
¿Cómo puede ser la danza para mí?
Es un lugar por el que se cuelan todos los espíritus.
Es la mente yóguica con la que trabajo, desde la atención, la concentración en un punto. Le he perdido miedo al dolor, antes me daba miedo el dolor, como soy contrafóbica iba hacia el dolor. Ahora sé que no me voy a maltratar aunque me pueda gustar ir a los extremos.
¡La danza es infinita! Si nos interesa es porque no sólo es racional, es una intuición, "aquello que sabes antes de que sepas que lo sabes".
Como que una cosa me lleva a la otra, me pienso ocurrente, pero en realidad es profundizar, aunque sea juguetona. Siempre he sido segura, he sido muy ignorante, y he ido aprendiendo, pero siempre he sido segura. Me gusta mucho enseñar. Creo que soy buena profesora, soy buena comunicadora. Casi siempre consigo ayudar a los alumnos. Sólo hay algo comparable a tener una experiencia maravillosa, y es ayudar a alguien a tener una experiencia maravillosa.
Los maestros que son duros con los demás es porque son duros consigo mismos.

Me hubiera gustado ser cantante, para mí eso es lo más de lo más. Yo llevo un músico dentro de mí, por eso algunas de mis piezas son tan musicales, y en mis shows siempre canto, pero la divinidad no me ha dotado de una gran voz. Yo canto en un coro en mi pueblo, es una experiencia maravillosa, una gran experiencia física.
Antes era más bailona, ahora menos, de vez en cuando me bailo una de Michael Jackson que me gusta.

Respóndeme tú primero, ¿qué es para ti ser un bailarín?
"Un cualquiera que se apercibe bailando"

(La coreógrafa tiene todavía casi toda la cena en su plato, los demás ya hemos terminado, pero ella apenas ha comido durante la conversación).

La danza puede servir para conectar con lo divino, pero el bailarín que se pone en un escenario para exhibirse como el de un ballet ruso, para mí no se diferencia de un gimnasta o de un faquir, alguien que exhibe una gran habilidad y que puede hacer belleza, pero para mí no tiene que ver tanto con la danza, aunque pueda tener espiritualidad, pero tiene que ver más con el faquir, alguien que ha superado el dolor.

¿Te consideras a ti misma bailarina?


UNA INVESTIGACIÓN TE LLEVA DONDE TE TIENE QUE LLEVAR
QUIZÁ ESPERABAS QUE LA DANZA TE IBA A LLEVAR MUY LEJOS
Y TE ESTÁ LLEVANDO A UN LUGAR MUY DENTRO DE TI
LA DANZA ES UN LUGAR DE AMOR Y CONFLICTO
Yo leí "somático" y no sabía lo que significaba, y lo busqué en el diccionario y pensé, ah, a mí me gusta mucho lo somático. Mi obsesión ha sido crear el cuerpo desde lo somático, desde dentro. Pero el ballet también es somático, no hay que entenderlo como separado.
(Se sienta en el suelo)
Mi padre era bailarín y coreógrafo, en mi pueblo me apuntaron a folklore desde pequeño, yo detestaba el bailar, no tenía ningún interés. Yo hacía deporte, y esa fue mi única relación con el cuerpo hasta los diecinueve años. Un día acompaño a mi padre y me apunto a danza y a acrobacia, y siento que me pueden aportar cosas como libertad y compartir, y que es más serio de lo que pensaba. Pero me pongo a estudiar sociología, y ahí no soy feliz. Entonces me apunto a clases de danza dos días a la semana, y luego a clásico, y luego a improvisación, y luego a contemporáneo… Y ahí empezó mi formación. Fue un despegue, porque lo llevaba dentro, y físicamente estaba en forma. Después me fui a Austria, allí tuve maestros muy buenos. Empecé a trabajar en una compañía muy potente de Austria, pero que de bailar, bailar, no tanto. Fui trabajando, hice un proyecto en Mallorca…
(Se tumba boca arriba)
Luego estuve un poco perdido, como de presión de hacer algo "big", y si hacía algo más "light" no me sentía realizado… Me aburrí de hacer audiciones que me desanimaban, esto de mostrarse no me daba la puta gana, me frustraba el "showing", mi miedo era no tener técnica, y la frustración de ¿qué es lo que pedís? Hice tres audiciones y ya. En una de las audiciones el tipo nos hizo un "speech" a los que no habíamos sido seleccionados, que nos preguntáramos por qué no nos habían elegido, yo estaba explotando por dentro. Eso sí, me hizo reflexionar sobre por qué iba yo a una audición. Y sí que me lo pensé antes de volver a una audición.
(Se recuesta sobre un hombro)
En mi época era mucho Bruselas, Bruselas, y yo vuelvo de Viena a mediados de abril, que allí estaba nevando, y aquí me estaba tomando un vermú en la playa, y dije, no vale la pena, yo no quiero estar allí cada día de mi vida. Yo quería investigar mis cosas.
(Se tumba boca abajo)
Terminé yendo a México, porque mi pareja estaba allí, y ya estaba un poco que me desconecté, y al volver tenía que empezar de nuevo sin saber muy bien cómo. Y me invitaron a un proyecto que fue como caído del cielo, me animó que confiaran en mí para un personaje tan complejo.
(Se incorpora)
Ese año que me salí del mundillo me hacían comentarios como que era muy bonito el lugar en el que estaba, como de gustarme a mí lo que yo hacía. Y me empezó a interesar lo somático, procesos más internos…
(Se estira como un gato)
Yo en la danza era como el payés, yo no era el bailarín gay, aunque pueda ser gay, pero tampoco quería ser el insensible. Mi hermana, que también es bailarina, y veo que lo tienen muy difícil, cómo te encasillan y cómo eso te afecta.
"Para una mujer es más difícil, a una chica que quiere empezar a los veinticuatro le va a ser imposible, pero a un chico, igual le cogen,
por ser hombre"
Yo cuando empecé a bailar era todo adrenalina, estaba feliz con mi cuerpo, me olvidé de todo lo que yo era, mi padre empezó a ser como un amigo, me venía a ver bailar, conversábamos… A él le hubiera gustado hacer contemporáneo, pero aquí no existía eso en su época y lo encasillaron en el folklore, en Cataluña cualquier persona que defiende una cultura es folclorista. Y llegó un punto en el que yo tuve que decir que tengo que hacer su viaje. El hecho de ser el hijo de… pues tal vez me haya ayudado alguna vez, pero yo he hecho mi trabajo independiente de él.
(Se sienta con las piernas cruzadas)
¿Qué es ser virtuoso? Son unos objetivos, es una habilidad. Yo creo que es estar donde uno tiene que estar y mostrar esa potencialidad, y eso todo el mundo lo tiene. Esas habilidades tan específicas, de elasticidad o poner la pierna aquí arriba… No me interesa. Se puede estar en escena con fuerza y con presencia sin necesidad de ser virtuoso.
(Levanta los brazos)
Yo he descubierto esa parte de la danza terapia, mover algo y estar presente en este algo, lo he aceptado, porque antes me parecía muy friki, como de quejicas. Estar en escena es sanador, para uno mismo y para el público. Se activan ciertas catarsis. Yo soy hasta un poco religioso con la danza. Me da respuesta a vacíos y oscuridades. Bueno, no sé si respuestas, sino calentar, acoger…
(Sigue estirando)
A partir de ahora cuidarme será mi relación principal con la danza, antes podía salir por la noche y emborracharme, y al día siguiente actuar. Ya no entreno, estoy ocupado diariamente en mi cuerpo. Cuidar la comida, beber agua… sin obsesionarme, porque me gusta comer y beber. Para mí ahora entrenar es descansar, o hacer yoga, o Klein, o Feldenkrais, o sentarme a pensar, y luego eso me sirve para moverme. Lo de "tiene que pasar" ya no lo pienso, pasará si tiene que pasar, pero no fuerzo.
(Tumbado boca arriba empuja la pared con las manos)
Me cuesta definir al bailarín, porque hay muchas respuestas posibles. Pero diría que es una persona sensible con el cuerpo, entendido como lo que está presente y lo escuchas a través del cuerpo. El poeta o el pintor también puede ser sensibles al cuerpo, pero desde otro lugar. Ser afectado por el tacto, por el movimiento, alguien que es afectado por estos procesos.
(Sigue estirando como calentando para salir a bailar)
Me gustaría ser bombero o astronauta, lo tengo claro. Yo pienso que tendrían que poner a un bailarín en todas las expediciones, a veces sueño que un día me dirán que necesitan a alguien con habilidades físicas para una expedición espacial.

EL BAILARÍN SE TOMA UN VERMÚ EN LA PLAYA
MIENTRAS SUEÑA CON SER ASTRONAUTA
Yo no había bailado nunca. Empecé hace un año y medio. Una amiga me dijo que me podía sentar bien.
Bailar sienta bien.

Yo he viajado mucho a México, allí la gente baila hasta muy mayor y se los ve felices y contentos.

A mí me fue muy bien para la empresa, porque no teníamos ningún creativo en la empresa. Trabajar la confianza, no atrapar, no sólo tu opinión, tu esquema, mucho estar, mucho estar, no influir tanto, ser el grupo. Muy interesante para mi empresa aprender que la cosa funciona, que van saliendo las cosas, que no hay que estar encima de las personas, que la gente se organiza. Y la sensación muy bonita de compartir. Es agradable no tener más responsabilidad que la responsabilidad de estar.
Bailar me sienta bien.

Hacemos improvisación. Hay mucha gente que lleva muchos años haciendo de todo, había uno que había hecho bailes regionales y decía, pero aquí no se baila. No hacemos ese ideal olímpico de más rápido, más alto, más fuerte, si no de dentro a fuera. Lo que más me gusta es el calentamiento, entrar en contacto unos con otros. Ese poner el cuerpo en relación al espacio o en relación a los otros. Se me hacía raro que la gente se tocaba, y se tiraba al suelo, lo de cambiarse todos juntos… ahora me parece muy normal. Actuar al final es muy emotivo. A mí no me hace ninguna falta, es bonito, pero también es un esfuerzo extra.
Bailar me sienta bien.

Al ser danza inclusiva, estar con gente con síndrome de Down o con movilidad reducida, que yo antes no había conocido. Ver a un compañero que sólo podía mover la cabeza desde nacimiento, y bailaba más que muchos de nosotros. Eso para mí es suficiente.

También hago blues, es un aprendizaje para bailar en pareja, intuir lo que va a hacer la otra persona, es un diálogo con la pareja, se apoya uno en el otro, pero las manos casi ni se tocan.

Yo no tenía buena relación con mi cuerpo, ni buena, ni mala, no tenía. Yo siempre he estado en tensión, también con el deporte. Los que bailan no hacen tanta fuerza. Yo voy a correr, pero es una droga, estoy acostumbrado al esfuerzo físico, a la adrenalina, pero me gusta más el efecto físico del bailar, es más suave, me sienta bien, es difícil de explicar, es más natural. Hay un horizonte. Y la autoestima. Y también la música. No te cuestionas el cuerpo, y no te sientes juzgado, no hay un lo hago bien o lo hago mal, a mí no me sale, pero yo no me preocupo. El siguiente paso será sentir emociones al bailar.
Bailar me sienta bien.

He hecho muchos amigos. Se socializa de una manera distinta, se genera confianza y cariño por compartir cierta vulnerabilidad. Yo me meto sin saber muy bien qué es, vale la pena probarlo. Yo les digo a mis amigos, tenéis que probarlo, os sentará bien, te transforma el cerebro, yo estoy más tranquilo, más confiado. Además hay tantas propuestas que seguro que encuentras la tuya. Hay una mezcla de gente… yo, mientras no me echen…
Bailar me sienta bien.

En improvisación hay unas normas.
No hay espejos.
Cuando empieza nadie puede entrar y tampoco salir.
No se pueden cerrar los ojos.
Hay que mirar a la guía y mirarse los unos a los otros.
No se puede preguntar nada.
Es una exploración del cuerpo con el cuerpo.
No es una formación, es una experimentación.
Las sensaciones, las distancias, intenso o suave, rápido o lento…
Mover la piel, mover el hueso…
Bailar me sienta bien.

He establecido un diálogo con mi cuerpo muy sano, desconecto de la mente, porque si la conecto ya no bailo. Es mi momento de no pensar en nada. No genero información, es el cuerpo el que me da información. Es como estar en parvulario, lo que no te dejaban hacer lo puedes hacer. Normalmente yo no veía a nadie por la calle, estoy en mis cabezas, pero ahora veo a la gente, no me choco, tengo una mirada más atenta, más periférica.
Bailar me sienta bien.

Yo quiero ir tirando de este hilo que he descubierto, y espero que me dure hasta que me muera.
Como lo que veía en México, esos abuelitos con sus zapatos brillantes y su ropa planchada, bailando felices.

Yo no sé lo que busca la gente, pero bailar me sienta bien.
AMATEUR ES EL QUE AMA LO QUE HACE
(Los amateurs son pareja de amoureurx desde hace veinte años, l´amant llega puntual y nos explica que su aimé tiene problemas con la puntualidad, pero que llegará, que siempre llega)

Él- Bailando te empoderas de tu cuerpo. Yo soy un tocho, yo jugaba al rugby, un profesor de rugby te destroza el cuerpo, es un cateto. Yo antes no veía danza. Nos enseñan quienes son los reyes visigodos pero no sabemos dónde está nuestro fémur. ¿Qué tengo que ver yo con mis hijas, que empezaron a bailar con tres años? En los ensayos nos dan herramientas que nos dan confianza y confianza en el otro.Tenemos un compañero que va en silla de ruedas y hace unas cosas que nuca antes había hecho. Hemos bailado en la calle, en huertos, en fuentes… Pero desde que es institución deja de ser revolucionario. Ahora hago todo lo que es cultura del cuerpo, del movimiento, Fendelkrais empecé este año, yoga llevo diez años. Soy más feliz y más inteligente, pero no de cabeza sino porque me conozco mejor. El año pasado me operaron a corazón abierto. Es como un chiste, yo le dije un día al profesor, no tengo esternón, porque no lo movía, y un año después, con la operación, lo perdí, metafóricamente, y es una movida porque aquí en el esternón, en el plexo solar, está todo.

Ella- Yo empecé a tomar clases de danza hace mucho, desde pequeña, pero a hacer creación hace poco, unos diez años. Lo dejé de adolescente porque tuve una lucha de egos con mi profesora, ahora me arrepiento. Hice equitación, que también tiene mucha relación con la danza. Luego estuve en Colombia un año, y allí o bailas o no eres nadie socialmente, así que aprendí a bailar salsa. Luego hice un poco de danza africana. Yo no tengo virtudes para bailar el Lago de los cisnes, yo veía la danza profesional como algo inalcanzable. Volví a hacer clásico, y con una profesora llegué a hacer cosas que no había conseguido nunca.

Él- Somos un grupo de amigos que quedamos en el bar para beber y antes bailamos un poco, jajaja.
Ella- Si me tuviera que dedicar a la danza profesional sería para acercar la danza y el lenguaje corporal a todo tipo de personas.
Él- Tenemos una compañera ciega que no salía de casa, y en un ensayo le entró un ataque de pánico, y ahora podemos cogerla en el aire y de todo.
Ella- Yo bailo para no hablar. Yo antes tenía mucha timidez, ahora soy más atrevida, incluso en el trabajo. El lenguaje no puede con todo lo que es el contacto, el dejar el peso en otra persona… El baile puede ser otro modo de relacionarse socialmente. Puedes tener buen "feeling" con alguien bailando y cuando te pones a hablar desaparece.
Él- La formalidad del cuerpo es lo que menos importa. No hay bien ni mal.
Ella- Importa más la energía, el vínculo con la otra persona.
Él- Soy un poco burro, una roca.
Ella- Tú disfrutas poniéndote al límite, sudar, correr, maratón…
Él- Sí, pero lo que más me agota es el butoh. Cansar el cuerpo, llevarlo al límite para que desaparezca la racionalidad y aparezca la poesía. El butoh me encanta porque tiene esta cosa de verdad.
Ella- Yo estuve haciendo gimnasia un tiempo, muy exigente, pero no había un trabajo de conciencia corporal.
Él- El año pasado me obsesioné porque después de la operación sentí que había perdido capacidad pulmonar y que no le llegaba oxígeno a mis músculos y que no me podía mover, y si no me muevo me muero.
Ella- Los médico no se preocupan de tu relación con tu cuerpo.
Él- Me cuido muchísimo, me alimento súper bien, voy en bicicleta, hago un montón de cosas.
Ella- Yo he tenido dos niñas y he perdido mi centro.
Él- Nosotros vamos a una fisioterapeuta tailandesa que nos dice, todo está relacionado.
Ella- Yo siempre voy a privado, pero no tendría que ser así, en Francia puedes ir a osteopatía por la pública.
Él- Nuestras niñas van a danza creativa,
Ella- Fuimos a danza en familia,
Él- Hemos probado bailar los cuatro…
Ella- Compartir la danza con nuestras hijas es muy bonito.
Él- Yo soy un melómano, la música siempre ha estado en casa. Lo que hemos compartido con ellas hace que la relación con ellas sea diferente a la que veo que tienen otros padres con sus hijos. La danza me ha hecho perder la inhibición del cuerpo, el contacto, perder la vergüenza al desnudo… Para nosotros la libertad es importante.
Ella- El año pasado nos pagaron por primera vez.
(Nos enseñan fotos con el móvil de algunas de las piezas en las que han participado)
Ella- Durante un tiempo hice algo de danzas regionales, paloteo, jotas, con las faldas y todo… bueno, fue simpático, algo muy endogámico… me quedé con ganas de hacer castells.
Él- Íbamos a hacer una gira en furgoneta por Cataluña, nos hacía muchísima ilusión, pero vino a verlo la coordinadora y dijo que era mucho teatro y poca danza, y no la hicimos.
Ella- Me encantaría bailar en la naturaleza, un bosque, un río, la playa.
TODO EL TIEMPO SE PIERDE
QUE EN AMAR NO SE GASTA
El deseo
y el acto
de asumir
el hecho del bailarín a
que me fascina
y es desde donde yo veo el mundo.

Ser bailarina es una encrucijada.
Bailar es mi medio y yo medio bailando.

Pareciera algo loco.
Honrar el hecho de ser bailarina.

La danza, como danza, no el bailar,
la historia de la danza hegemónica.
El bailarín se relaciona constantemente con figuras de poder,
la profesora, el coreógrafo…
Ese no alcanzar genera frustración.
Han delimitado nuestra capacidad de soñar
por cómo han ido nombrando nuestro cuerpo
a lo largo de nuestra formación.

Mi conspiranoia:
¿Por qué a los bailarines no se nos enseñó a usar la voz?
¿Qué habría cambiado?

La coreografía, estructuras… bla, bla, bla,
el bailar no es un lenguaje, ni falta que le hace.

El problema no son las técnicas, son cómo nos las han enseñado,
los afectos y discursos que se adhieren.

Lo sensorioperceptivo me sirve para hackear.

Cuerpo es estar, es psiquismo, es la Constitución Española…
El cuerpo es pscicoafectivo
es contextual
es fenomenológico

No quiero rechazar nada de mi cuerpo
No quiero ser usada por la técnica
Quiero juguetear con la técnica
Darme permiso para que emerja lo que emerja.

Quiero aprender a tener placer por estar en esta encrucijada de ser bailarina,
aceptar la encruzijada.

Yo vengo de la no-danza y la deconstrucción
y eso también crea hegemonía.

La utopía de un bailar más gustoso
y dar otras herramientas para pensar el bailar
tiene que ser a través del encuentro,
en el encuentro aprendo a ser más ética
me encanta que me descoloquen.

Transmitir herramientas que no generen dolor
transmitir el bailar sin generar poder
sin pertenecer a las élites.

Tengo que abandonar cierto anhelo.
¡No creo en la coreografía!

Os invito a bailar eso que no te has permitido bailar
echarte el baile que nunca te has permitido bailar
sintiendo los pulmones
sintiendo la respiración, la nariz, el oxígeno,
cómo los pulmones llegan hasta las clavículas
y abrazan el corazón.


LA BAILARINA SE MIRA EN EL ESPEJO
LA PREGUNTADORA ES PREGUNTADA
EN SU PROPIO IDIOMA
QUE HABLE OTRO QUE YO KINESTESIO