A veces se que algo debe culminar de una forma/acción concreta. No puede ser de otra manera. Y para mí tiene un sentido que va más allá de mí. Un conocer no personal. Un cierre, una forma que se sabe a sí misma. Es una sensación de verdad muy concreta.
A vece siento que en mi mover se están moviendo verdades. Que se ponen a dialogar y a juguetear entre ellas, y son verticales, geometrías, contrastes, signos, vibraciones, agujeros y cosas que no están ahí por mí, ni para mí, que simplemente están. Cuando las veo me maravillo y trato de esconderme mucho, para no espantarlas. A veces les doy un empujón, para que no se acobarden y den la cara.
A veces no siento ninguna diferencia entre lo denominado como “autismo” y mi estar. No entiendo por qué tanto alboroto, yo lo entiendo perfectamente y se siente de maravilla, y se habla puerta, y se habla calor, y se habla con puerta y se habla con calor y nos entendemos de maravilla.
Me gusta combinar cosas: me gusta saber que con mi pie me refiero a mi historicidad y a la historia de la danza por que hago punta y flex, y que a la vez, con mi pelvis hago esfínter abierto peso tobogán y caigo solo un palmo, y que con mi torso si lo encorvo y lo inclino un poco me hago más hombre que mujer.
A veces, me gusta decirme que "no" cuando estoy al borde de la acción que he sentido que va. Me hace soñar que ese no, es activismo. Son instantes en los que un olfato nota que estoy constituyendo un horizonte filosófico, kinético, concreto y entonces le digo que no y hago algo en su detrimento, o simplemente otra cosa que lo haga impotente, que le muestre la cruz. Me hace soñar que tengo poder de acción, de señalar, de no tener sentido común.
Me gustaría saber qué se siente cuando uno no siente todo el rato su corporeidad. Me gustaría degustar ese vivir alguna vez. Nunca me he drogado con nada que no fuese mi corporeidad. Me gustaría “quitarme” y chutarme solo cuando sea oportuno.

El frío de los huecos y los recodos en mi piel y en mi corazón, el roce entre los muslos entelados y las mangas de una camisa, el peso, el pulso, lo caliente, el retortijón, el sistema nervioso, el cerebro, la saliva, el hueso, el balanceo, el murmullo, la canción, el golpe, el empuje, lo gaseoso, el vómito, el agua, el tarareo, el chasquido, el rechinar, lo liso, lo amplio, lo curvado, lo vacío, la arruga, el repliegue, la esquina, la felpa, el hilo, el palo, lo alargado, la piedra, el cuadro, la madera, la punta, el metal, la explanada, el brillo, el vendaval, el pelo, arrancar, morder, escupir, correr, saltar, pegar, engullir, llorar, la risa, el grito, el aplauso, el silencio, lo inmóvil, la quietud, la perspectiva, la contraluz, el reloj, el mármol, la sábana, el impermeable, la mejilla, el diente, un grano, la vagina, frotar, agitar, escurrir, estrujar, aplastar, esconder, guardar.
Escoger la danza como camino vital y profesional a los 15 años, fue la primera acción que generó un desvío y una retirada significativa de los modelos relacionales familiares en los que había sido criada. Fue la acción más significativa en referencia a la decisión de no perpetuar modelos introyectados y de abandonar el arrastre de la tendencia familiar. El mayor signo de que “me iba para no volver”.
La danza más hermosa que he bailado nunca es una danza que forma parte del repertorio de la Royal Academy of Dancing, dentro del apartado de las Danzas de Carácter, y es la de “la costurera”.
Creo que la danza no es un lenguaje en sí mismo, y creo que ni falta que hace.
De hecho, creo que la danza es un arquetipo que ni siquiera es accionable, así que: Creo que bailar no es un lenguaje en sí mismo, y creo que ni falta que hace.
También creo que aunque tenga la potencia en sí mismo de ser lenguajeable, el hecho de la insistencia predominante de denominarlo como lenguaje, es más una consecuencia o un reflejo de los sistemas afectivo-cognitivo-celulares cartesianos intrínsecos de nuestra cultura que otra cosa.
También creo que la potencia de la coreografiabilidad del bailar, la potencia de la escriturabilidad, no es suficiente condición como para insistir y describir el bailar como lenguaje.
Y vuelvo a creer que la supremacía en este caso de la coreografía como supuesta estructura intrínseca del bailar, nuevamente se corresponde y es síntoma en sí misma, de los sistemas de economías afectivo-cognitivo-celulares cartesianos intrínsecos de nuestra cultura.
Algo así como: lenguaje y verbal y escribir y texto y leer y hablar y discurso y universidad y cosas así, son de alta estima en nuestra cultura y se colocan curiosamente tanto en la cúspide como en la base de la pirámide de las necesidades y constituciones de lo humano.
Últimamente me ocupa mi cadera. Tengo el fémur derecho más largo que el izquierdo. Mi psoas me preocupa, el de los dos lados. Tengo calambres en mi muslo izquierdo y me cuesta dormir. Son como electrodos que se instalan en los ligamentos entre mi rodilla y mi fascia lata que se expanden hasta bien arriba. Si toco mi ingle izquierda y comienzo a palpar con mis dedos el contorno de mis huesos siento un abismo. Es un dolor de los que yo llamo ancestral. Hay muchos tipos de dolores, algunos placenteros y livianos y otros parecieran no pertenecer a este mundo y parecieran caer a ultratumba. He comprendido que en mi caso, mejor que los talones estén a la altura de los isquiones y que en vez de apoyarme tanto en mi pierna izquierda, debo de hacerlo en la derecha. Debo doblar un poco la rodilla derecha, de modo que mi cadera pueda quedar un poco compensada y mi pierna izquierda pueda ser en su plenitud y no vivir encajonada. No creo que sea casualidad, en mi caso, que el lado izquierdo apele a eso que denominan “femenino” y que sea justo ese lado el acortado. El otro día vi una convocatoria de creación en la que ofrecían tres mil quinientos euros. Sentí que debía pedirla, y en seguida sentí que no deseaba pedirla y me puse otra vez a hacer mis Roll Downs que empiezo a aprender gracias a las clases gratuitas de Klein Technique que estoy tomando con Barbara Mahler, y de paso me apunté a las que ofrece K.J. Homes de “The Aesthetics of Intimacy” y me metí en mi cuenta para hacerle el ingreso de ochenta euros a Patricia Gracia para participar en sus módulos de BMC en relación al sistema Inmune, y escribí un pequeño boceto de posibles clases que tal vez podría ofrecer a partir del desconfinamiento a las que finalmente he decidido llamar “psicosomática del bailar” y de las cuales me he quitado la presión de nombrar la Danza Movimiento Terapia, por que todavía no me siento lo suficientemente tranquila como para no sentir que el campo de la psicoterapia es serio. Y ayer pensaba que prefiero cosas que me sean cerca, que no me apetece nada demostrar(las), y que quiero empezar a usar(las), y que ciertas estructuras y sistemas del campo de la “Creación escénica” me hacen sentir muy mal y con mucha ansiedad, y que cada vez me da menos palo imaginarme un futuro donde no pertenezca a ello, y pueda dedicar mi tiempo a mis talones en relación a mis isquiones sin mayor pretensión que el de compartir con las demás las experiencias obtenidas a través de ello.
“… Me imagino infinitas partículas vibrando generando una
tensión constante que las convierte en una especie de organismo
vivo: pongamos que llamamos a ese organismo: DANZA. Cada
partícula es singular y se dedica a su singular manera de vibrar,
ofreciendo desde sí, su singular resonancia tensional que afecta
al resto de partículas, como a su vez, ella es afectada por las
tensiones que las demás ofrecen. La única tarea vital es seguir
sosteniendo la vibración-tensión en pro- del organismo: DANZA.
¡Qué bien que cada una de ellas se hace cargo de su vibrar
singular!: Así yo me relajo y me dedico a mi tarea singular
dentro de este organismo multi-particular, sin pretender ser ni
gobernar la totalidad del organismo: DANZA. ¡Qué bien que
otras partículas se encarguen de todo aquello que yo no deseo, no
alcanzo, no veo! ¡Qué tranquilidad!…”
TEXTOS AUTO-ETNOGRÁFICOS
Cuando uso la palabra “bailarín”, en masculino y singular, lo hago por que me permite colocarlo como objeto, fuera de mí.

Colocarlo como objeto fuera de mí, me permite a su vez crear una relación de juego con ello.
Me permite generar un “espacio/fenómeno transicional/potencial” (concepto del psicoanalista Donald Winnicott, ver su libro: “realidad y Juego”) entre el yo y no-yo, me permite sentirme interpelada, pero no demasiado, no del todo…

Es decir, si yo dijese bailarina, en vez de bailarín, mi propia historia vital se vería demasiado nombrada y afectada como para ser capaz de juguetear, imaginar y soñar.
Me vería abocada demasiado a mí misma.
Lo cual es perfecto, pero a mí ahora mismo, ni me apetece, ni me interesa, y me llenaría de dolor, de demasiado dolor, quiero decir.

En cambio, usando una palabra que hace referencia a algo que no me llega a hacer sentir “del todo abocada a mí” pero que me interpela muchísimo, lo que consigo es excitación/ erótica (sexy).

La palabra “bailarín”, en masculino y singular, me llena de deseo.
La quiero penetrar.
(Por que yo, aunque con vulva, también puedo, deseo y sé penetrar.
Que quede claro, que la polla también es mía)

La palabra “bailarín” me permite generar una grieta en forma de objeto/pregunta al que no temo matar, ni destruir (otra piedra angular del psicoanálisis winnicotiano… “matar el objeto”).

Cuando uso la palabra bailarín, no siento la necesidad de serle leal ni fiel. No me asusta desobedecerlo. No siento que deba defenderlo ni cuidarlo. Puedo ejercer toda la erótica que la agresividad ofrece sin ningún temor a descuidar algo: el bailar, que para mí es demasiado precioso como para dejarlo en la intemperie solo, sin ningún tipo de protección.

Para mí, el bailar (y el haber optado por su profesionalización y ser/hacer bailarina) supone y ha supuesto a lo largo de mi vida, un fenómeno sin el cual yo no puedo explicarme a mí misma y que está, en mi caso, absolutamente enraízado en la experiencia precaria, vital y singular que yo hago del amor.

Bailar, la danza y el cuerpo en relación/diálogo con el mundo (los colores, las texturas, las formas, los olores, los seres etc.) es el medio en el que y desde el que yo amo.

Si yo colocase este hecho en medio de esta investigación, no podría ni querría hacer nada que pudiese dañarlo. Me quedaría paralizada.

En cambio así, poniéndolo fuera de mí desde la palabra “bailarín”, puedo proteger y a su vez usar como potencia vital mi medio de amar: el bailar, sin que este quede demasiado expuesto como para que lo agredan. Y usar y permitirme todo tipo de juegos relacionales en torno a aquello que más amo, sin miedo a que sea completamente afectado ni destruido.

Es por todo esto que a lo largo de “bailarinxssonorxos” hago uso de la palabra “el bailarín”, como objeto desde el cual reflexionar e investigar en torno a las/les/los baialrinxs y sus historias singulares y vitales en torno al bailar y la “profesionalización” del bailar.
TEXTOS DE RAÚL MARCOS EN RELACIÓN A BAILARINXSSONORXS
1.
Lo que significa un bailarín a
desde el propio bailarín a
ser bailarín a
solo lo puede saber a
solo lo puede explicar a
quien lo quiera escuchar a
un bailarín a
que habla a
es un bailarín a
que dice que a
es un bailarín que baila con
que baila que
quien baila es
quien baila es.

2.
Lo que la voz puede desvelar
yo no lo tendría tan claro
un bailarín a
cuando baila habla
la palabra ¿qué puede añadir?
es una pregunta a
quien pregunta a
un bailarín a
que quiere saber
¿qué quiere saber?
que sabe lo que baila
que baila lo que sabe
que baila para saber
su baile es una respuesta o
su baile es una pregunta a.

3.
Si el bailarín a quiere
nombrarse diferente a
quien lo nombra y clasifica
con alfileres
quien lo expone y clarifica
en escaparates
el bailarín a puede
provocar una crisis a
desde el deseo de desvela-se
explorando/explotando
acoger los opuestos
abrazar lo informe
abailar el archivo.
Lo difícil es hacer una sola pregunta.
¿Qué se pregunta el bailarín cuando baila?
Lo difícil es preguntarse:
¿Qué sentido tiene para ti seguir bailando?
Tal vez nadie debería hacerse preguntas
cuando baila.
Ni antes.
Ni después.
Tal vez el bailarín esté preso
entre dos signos de interrogación.
¿Qué pregunta plantea el bailarín
con su baile?
Tal vez su baile sea una grieta
que se abre en el muro de las afirmaciones.